domingo, 31 de enero de 2010

Delatores, chivatos y política lingüística

Por encima de tanto marear la perdiz, tanto cuento y tanta murga, la única realidad real es la siguiente: mi amigo José Manuel es madrileño, técnico de sonido, tiene veintisiete años y una novia en Cataluña. La novia se vendría a vivir con él a Madrid, de no mediar un problema: ella trabaja en Barcelona. Así que llevan un año intentando que el chico encuentre algo allá arriba, porque, como él dice, tampoco es cosa de chulear a la churri. El problema es que José Manuel no parla una palabra de catalán, y su trabajo tampoco le deja tiempo para ampliar horizontes lingüísticos. No pucha del catalán más que bona nit y bona tarda; y eso, con acento de Leganés. Con tales antecedentes, supongo que nunca adivinarían ustedes lo que ocurre cada vez que busca trabajo en Barcelona. ¿Verdad que no? Me juego el sillón de la letra T a que no se les hubiera ocurrido jamás: no le dan trabajo porque no sabe catalán. Qué me dice, caballero, se admirará alguno –el presidente del Gobierno, por ejemplo–. No me puedo de creer ese déficit de buen rollito. Etcétera.
Y bueno. Mientras tecleo esta página no sé cómo terminará el intento ultranacionalista de situar el catalán como única lengua oficial y obligatoria en el nuevo Estatuto de allí. Me gustaría añadir que ni lo sé ni me importa, y que cada cual hable como le salga de los cojones. Pero es que se trata precisamente de eso: de que en España la gente no puede hablar como le sale de los cojones. Aquí la gente tiene que hablar como le sale de los cojones al cacique de su pueblo. Y lo más grave es que el Estado, que debe velar porque todos seamos iguales y con las mismas oportunidades, nación de ciudadanos y no putiferio insolidario donde cada perro se lama su ciruelo, se inhibe de manera criminal, dejando al personal indefenso y con el cuello en el tajo.
Pero atención. Eso no sólo lo hace el Pesoe con sus enjuagues bajo la mesa y sus resabiados barones que, aun disconformes, pastelean para que siga el negocio. Una nueva vuelta de tuerca lingüística en Cataluña no haría sino cuajar sobre el papel lo que hace tiempo es allí una realidad irreversible: la persecución oficial del bilingüismo, la asfixia burocrática del idioma común español, alentada por un sistema de delación, chivatos y policía lingüística, cuyo único vínculo con la palabra democracia es que todo esto ocurre en una España que, además de afortunadamente democrática, es desafortunadamente gilipollas y se lo traga todo por miedo a que la llamen facha. O lo que es lo mismo: la ilegalización factual del español –una herramienta de comunicación compartida por cuatrocientos millones de personas, algo de lo que no estoy seguro sean conscientes todos los españoles– como paso previo al proyecto lengua-nación-estado catalán que esta vez, por suerte para todos y gracias a la Constitución que tanto le incomoda, la peña independentista lleva tiempo materializando sin disparar un tiro, sin tener que hacerse súbditos de Luis XIV y sin que Felipe V o Franco bombardeen Barcelona. Y ojo. El problema no son sólo cuatro paletos caraduras que después de escupir sobre la opresión española se van a cenar a Lucio.
Pregúntenselo a ese Pepé meapilas que tanto se indigna hoy con grititos de doncella ultrajada, después de dos legislaturas puesto así, como el amigo Oswaldo, mientras silenciaba a sus insurrectos catalanes –a los que ahora, por cierto, tiene la tentación de quitar el polvo y sacar de la fosa– para que no le hicieran olitas en la piscina del consenso. Y tampoco olvidemos a esa Izquierda Unida del Circo Price que, olvidando que lo suyo es la defensa de todos los trabajadores, no se ha mojado nunca el culo ni dicho esta boca es mía por tantos funcionarios, maestros, fontaneros, albañiles, mecánicos, estudiantes, discriminados por el idioma; y lo único que se le ocurre, en plena movida lingüística y por boca de su pintoresco secretario general, es la imbecilidad de que la monarquía debe someterse a referéndum, etcétera, como si no hubiera cosas más urgentes que llevarse a la urna.
En fin. Nacionalistas, fariseos de corbata fosforito y cantamañanas aparte, tenía previsto alargarme un poco más, detallándoles de paso el desprecio y la ofensa contumaz del actual Gobierno hacia la lengua española. Que es la de Cervantes y –modestamente– la mía. Pero entre unas cosas y otras, ya no me cabe: las mentadas de madre requieren sus adjetivos, sus adverbios y su espacio. Así que lo dejaremos para otro día. Si Dios quiere.

Arturo Pérez Reverte
Félix Velasco - Blog

Multas por expresarse en español


El pleno del parlamento catalán ha admitido a trámite el nuevo Código de Consumo de Cataluña, que prevé un endurecimiento de las sanciones por no rotular en catalán. Todos los grupos han votado a favor, excepto PP y Ciutadans que se han opuesto con enmiendas a la totalidad.
La nueva normativa establece que cualquier comerciante que no rotule o realice las facturas, contratos, instrucciones, folletos publicitarios o presupuestos de su comercio al menos en catalán puede ser multado hasta con 10.000 euros, cuando hasta el momento el castigo alcanzaba como máximo los 3.000.
Además la norma establece el precepto de la "disponibilidad lingüística" que obliga a los comerciantes a cumplir el deber de responder en catalán a los consumidores que se les dirijan en este idioma.
La normativa ha contado con la firme oposición del PP y Ciutadans. Especialmente duro ha sido el portavoz del Grupo Mixto, José Domingo, que ha tildado la actitud sancionadora de "enfermiza", "demencial" o "borroka". Domingo interpreta que resistirse a rotular en catalán puede acabar siendo castigado hasta con un millón de euros, cantidad establecida en la ley para las conductas de vulneración del código graves o muy graves.
Domingo ha acusado al tripartito de establecer un "régimen del terror", un régimen de "catalán obligatorio" que, en su opinión, elude la "regla básica de la proporcionalidad".

El Mundo
Félix Velasco - Blog

Desayuno de oración, un «Davos espiritual».


¿Se imaginan que cualquier ocupante de la Moncloa terminase un discurso a toda la nación diciendo algo así como que «Dios bendiga a España»? ¿O que las Cortes arrancasen cada una de las sesiones parlamentarias con la bendición de un capellán rotativo entre diferentes credos? ¿O que las citas de la Biblia formasen parte de los alardes retóricos de un ganador candidato a la presidencia más bien de izquierdas? ¿O que durante el descanso de la final más reñida de la Liga apareciese un anuncio contra el aborto protagonizado por un famoso jugador de fútbol y su madre?
En EE.UU., pese a su separación constitucional entre religión y gobierno, no hay que imaginar tales escenas. Ya que, desde las observaciones decimonónicas de Tocqueville sobre la democracia americana, forman parte de la realidad de un país que en su vida pública no evita hablar de Dios («In God we trust»), donde la religión no es un tabú político y la espiritualidad es parte del debate nacional, empezando por Oprah y terminando en los aspirantes a la Casa Blanca.

Pedro Rodriguez
Félix Velasco - Blog

sábado, 30 de enero de 2010

Campañas de lectura


Aunque la crisis arrecia y las editoriales muestran unos saldos preocupantes, cada vez es más frecuente el fenómeno del `bombazo editorial´ –ese libro que todo el mundo lee al mismo tiempo–, inducido por la uniformización del gusto. La defunción del libro parece, pues, un asunto refutado por la realidad; más atinado parece hablar de la posible defunción del lector, que en las sociedades occidentales está siendo suplantado por el `consumidor de bombazos editoriales´. Este nuevo tipo humano ya no se zambulle en la lectura como consecuencia de una pesquisa personal, sino por considerarlo un signo de prestigio social; o, si se prefiere, de adhesión a las modas vigentes. Las grandes editoriales ya no destinan su mercancía al lector tradicional, ese enojoso individuo que dificultaba las ventas con su arisca y exigente actitud crítica, sino al `consumidor de bombazos editoriales´, que acepta el libro como una mercancía de obligado consumo, bien en forma de regalo que otros le hacen, bien en forma de ruboroso acatamiento a los imperativos de la publicidad.
Y, mientras avanzamos al galope hacia la extinción del lector a la antigua usanza, sedicente e inconformista, se consagra esta nueva categoría de lectores `pasivos´, permeables a la uniformización del gusto propio de las sociedades consumistas. A la formación de esta masa permeable al `consumo cultural´, y no a la formación de lectores tradicionales, van dirigidas esas campañas de fomento de la lectura que periódicamente se organizan desde instancias administrativas. Nuestras autoridades anhelan «democratizar» la cultura, aspiración (como ellos mismos saben) vana y, además, irrealizable. Pero como la labor de las autoridades consiste, precisamente, en administrar las apariencias y en otorgarles visos de realidad, nadie osa criticar estas campañas, pues ya se sabe que toda iniciativa tendente a democratizar la cultura goza de los parabienes de nuestro moderno progresismo. Cualquier persona que se haya detenido a considerarlo sabe que la cultura es, por definición, aristocrática (en el sentido etimológico de la palabra), y que la misión de las autoridades debería consistir en garantizar el acceso de cualquier ciudadano a esa aristocracia del espíritu y no en procurárselo a granel (pues todo lo que se sirve en garrafón acaba siendo adulterado), pero de cara a la galería queda mucho más progre y moderno propugnar una cultura democrática de mogollón y verbena popular.
Esta banalización de la cultura se complementa, además, con una banalización de la democracia, reducida a binomio de estadística y marketing. No importa que haya muchos lectores, sino muchos individuos que consumen libros, para que por fin los libros ingresen en la categoría de mercancía. Sobre la inutilidad de las campañas de fomento de la lectura no creo que merezca la pena desarrollar un sesudo análisis; está demostrado que los anuncios publicitarios y demás embelecos del consumismo no fabrican lectores, tan sólo consumidores gregarios de libros, precisamente porque la lectura sigue siendo una actividad a la que sólo acceden los espíritus libres, y la publicidad se dirige, por definición, a los espíritus cautivos. Recuerdo estruendosas campañas de marketing saldadas con fracasos no menos estruendosos; y es que la incitación a la lectura es una tarea absurda desde su mismo origen: la propaganda va dirigida a las masas; la lectura es una elección personal. Hablo de la lectura entendida como vía de acceso a una vida más elevada, no como mero signo de prestigio social, o de adhesión a las modas vigentes en una determinada época.
Pero hoy se aplica al acto misterioso de leer un libro los mismos métodos de «incitación» que se aplican a las audiencias gregarias que abrevan concursos televisivos. Y así asomarse a un libro está dejando de constituir un acto de rebeldía contra la uniformidad que nos anega y atenaza, para convertirse en una nueva forma de acatamiento de esa uniformidad. Pero la única lectura digna de tal nombre es aquella que hacemos para redimir nuestra inteligencia de ese igualitarismo dócil que nos pretenden inculcar con estadísticas y campañas de marketing. Leemos porque seguimos creyendo que el conocimiento y la belleza, esas manifestaciones de la Verdad, exigen un sacrificio de la voluntad; leemos libros porque anhelamos una aristocracia del espíritu. Lo demás es gregarismo y pamplinas; cuentos chinos para quedar progres y expulsar de nuestras conciencias el miedo a convertirnos en una papilla humana que se abastece de `bombazos editoriales´.

Juan Manuel de Prada
Felix Velasco - Blog

miércoles, 20 de enero de 2010

jueves, 14 de enero de 2010

domingo, 3 de enero de 2010

El vagón 2419-D y las Guerras Mundiales


El 7 de Octubre de 1918 el Ministerio de la Guerra francés solicita a la Compagnie Internationale des Wagons-Lits diversas unidades para la formación de un tren especial destinado al Alto Mando francés. La CIWL ordena a los talleres que preparen los vagones-restaurante 2418 y 2419, el coche-cama 1888 y el coche-salón 2343, así como dos furgones. El 15 de Octubre el Tte. Coronel Loiseleur pide a la CIWL que uno de los vagones sea habilitado como despacho y sala de reuniones para ser utilizado por el Mariscal Foch, por lo que el 2419-D es transformado en una confortable sala de reuniones a la que se le dota de una mesa de 2’5 m X 1’5 m, con 10 sillas, e instalándose diversos elemetos adicionales (mapas geográficos, aparatos de comunicaciones, secretaría, etc…). El día 28 de Octubre, en medio de un gran secreto, el tren especial sale de talleres, dirigiéndose por vías no habituales hacia Compiegne, situándose en una antigua zona de maniobras sita en el bosque de Rethondes, muy cerca de Compiegne, en la que aún quedan utilizables dos vías paralelas. El dia 7 de Noviembre el tren especial bulle de actividad. Hay que prepararlo (principalmente el 2419) para la inmediata llegada de la Delegación Alemana que se encuentra viajando en esos momentos por carretera, hasta el límite de la zona neutral. Llegados a zona aliada suben a un tren militar francés que les espera, comenzando el viaje hacia, el para ellos, desconocido destino. A la llegada a Compiegne, la Delegación alemana, encabezada por el Secretario de Estado, Ezberger, al que acompañan el Ministro Plenipotenciario Conde Oberndorf, el General Winterfeld y el Capitán de Navío Vaselow, cambian de tren, subiendo al vagón 2419, dando comienzo a las negociaciones. Éstas duran cuatro días y a las 5 de la mañana del 11 de Noviembre, el Mariscal Foch, asistido por el General Weygand y en presencia de los Almirantes Weymiss y Hope, firma, con la Delegación alemana, el cese de las hostilidades que será efectivo a las 11 de la mañana de ese mismo dia y mes (11-11-11). Es ese momento, y en ese lugar, en el Bosque de Rethondes, en Compiegne, es donde el vagón 2419-D adquiere un significado distinto por imprevisto; el de simbólico, tanto para los triunfantes franceses, como para los humillados alemanes.
El 4 de Agosto de 1919, el Presidente de la CIWL, atendiendo la petición del General Gassoin, dona el vagón 2419-D al Museo del Ejército, ubicado en Los Inválidos, ya convertido en monumento histórico y en cuyo interior se coloca una placa en la que consta: “Vagón del Mariscal Foch en el que se firmó el armisticio del 11 de Noviembre de 1918, donado al Estado por la Compagnie des Wagons Lits”.
En 1940, nuevamente estalla la guerra entre Alemania y Francia. Tras un arrollador avance del ejercito alemán, el Gobierno Frances, se ve forzado a pedir la Paz. Surge la necesidad de un nuevo armisticio, pero esta vez, aunque los interlocutores son los mismos, los papeles están cambiados. Los vencedores son los alemanes y los vencidos los franceses.
Los vencedores tenían las ideas muy claras. La firma del armisticio debía de tener lugar en el MISMO SITIO y en el MISMO VAGON, donde se rubricó la, considerada por los germanos, humillación de Alemania. Por esta razón, el 20 de Mayo, unidades especiales alemanas se desplazan al claro de Rethondes y proceden, tras volar la fachada de la edificación que contenía el vagón 2419-D, a colocar dicho vagón en el punto exacto en que se encontraba el 11 de Noviembre de 1918.
En la mañana del 22 de Junio de 1940, y en ese lugar, nuevamente se reúnen dos Delegaciones. Por parte de Alemania, Adolf Hitler, el Mariscal Goering, el Almirante Reader, Rudolf Hess y Von Ribbentrop, acompañan al Jefe del Alto Mando de las Fuerzas Armadas, Coronel General Keitel, que presidirá la Delegación, y a sus ayudantes. Por parte francesa, preside el General Huntziger, al que acompañan, el Embajador Noel, ViceAlmirante Le Luc, General Parisot, General Bergeret, y como intérprete, el Ministro Plenipotenciario Paul Schmitd. Se procede, por parte alemana, a la lectura de las condiciones del armisticio, y a su termino, el Führer Adolf Hitler, se levanta, saluda a la delegación francesa, y seguido de sus acompañantes sale del vagón. En ese momento, eran las 15’42. Ese mismo día, a las 18’42 se firma el armisticio entre Francia y Alemania.
El Gobierno alemán, una vez escenificada la firma, toma posesión del vagón 2419-D, como trofeo de guerra y el Alto Estado Mayor de la Wehrmacht lleva a cabo las medidas necesarias para el transporte por carretera del citado vagón y su exhibición en Berlin. Previamente se procede al levantamiento de las vías de la explanada de Rethondes y a la destrucción de la edificación, que desde 1927 habia contenido el vagón. A su llegada a Belin, fue instalado en el centro de la Plaza Lustgarten, frente al antiguo Museo de la Ciudad, donde quedó expuesto al público, que en gran número acudía a ver aquella reliquia y trofeo, que además contenía el original del Tratado de Versalles de 1919.
Transcurrido el tiempo de exposición, el vagón se llevó a las cocheras de la Estación de Anhalt, en el mismo Berlín. Posteriormente, y por razones de seguridad, el vagón fue trasladado a una importante Base de la Wehrmacht, sita en las proximidades de Berlín, en plenos bosques de Turingia. Según avanzaba el desarrollo de la guerra, este importante centro militar fue objeto de intensos bombardeos aéreos, por lo que a finales de 1944 Hitler encarga a las SS su custodia y traslado a lugar seguro. En un primer momento, es llevado a la estación de Sperenberg, pero en Febrero de 1945, la proximidad del frente hace necesario trasladarlo a la estación de Rhula, situándolo en una via de estacionamiento, siendo cubierto con un toldo y camuflado. En Marzo, el avance del enemigo obliga nuevamente a las fuerzas de las SS que lo protegen a trasladarlo a Ohrdruf, pero la proximidad de las tropas americanas (que ocupan Ohrdruf el 4 de Abril) obliga, una vez más a trasladarlo, esta vez a Crawinkel, situándolo en una via secundaria que se encuentra en una zona boscosa. Las posibilidades de desplazarse a otro lugar son nulas, puesto que la zona está prácticamente rodeada, por lo que las SS, al recibir orden de destruirlo, internan lo más posible en el bosque el vagón y proceden a su voladura y posterior incendio. El 11 de Abril de 1945 los americanos ocupan Crawinkel y encuentran los restos del vagón 2419-D.
Estos hechos vienen a confirmar que los Altos Jerarcas del Regimen Nazi tenían verdadera obsesión y terror a que dicho vagón fuera recuperado por los Aliados y empleado por ellos para plasmar con él una nueva humillación de Alemania.
Félix Velasco - Blog